viernes, 22 de mayo de 2009

Fotos de la IX Aula de Poesía: José Luis López Bretones- 7 de mayo de 2009.



Olula del Río, 7 de mayo de 2009. IX Aula de Poesía del I.E.S. Rosa Navarro. Fotos de la lectura de poemas de JOSÉ LUIS LÓPEZ BRETONES en el Salón de Actos del Instituto Viejo.








jueves, 14 de mayo de 2009

IX AULA DE POESÍA: Presentación de José Luis López Bretones. OLULA DEL RÍO, 07/05/2009.

Dicen que corren malos tiempos para la poesía. ¡No está la cosa para versos! En épocas de necesidad, la consigna invita a memorizar las salidas de emergencia, a refugiarse en el fragor de las plazas públicas para huir de la incertidumbre de las cifras y desertar de las colas de los vencidos. Arrellanarse en los bancos de la Plaza de La Iglesia, con un buen paquete de pipas y conversaciones repletas de avatares nos instala definitivamente en un escenario de sano optimismo. Mayo es una magnífica conjura contra los rigores del invierno; nos permite reinventarnos con solo tirar de armario: basta ya del pesado lastre de las cazadoras, de embutirnos hasta el cuello. Sin duda, el invierno nos conduce a la trinchera, es época de espera resignada.


Mientras las noticias se suceden y pasan por los márgenes de nuestra vida en letras pequeñas con una lentitud casi insultante: aumenta el paro, se acelera la destrucción del empleo, comienzan los embargos por impago, los bancos cierran el grifo...; mayo desempolva las camisetas de tirantas, descubre los brazos desnudos y apaga su sed en las terrazas.


Al mal tiempo, buena cara, que diría el manual del perfecto náufrago.

Nos vais a perdonar. Os hemos convocado esta mañana hermosa de mayo para hablaros del invierno. Bueno, del invierno y de algo más. En un verso caben los paisajes más grises del invierno, pero también la luz reveladora de mayo. Incluso, como diría algún poeta indignado con este tiempo de prisas mercantilistas, cabéis vosotros; vuestra mirada expectante al final del trimestre; vuestro cansancio de última hora; vuestras dudas atropelladas de final de clase y, sobre todo, vuestra conciencia que os convierte en seres únicos, que a veces se arrellanan en los bancos  de la Plaza de la Iglesia y otras buscan que les hablen del invierno. Bueno, del invierno y de algo más.

Pensadlo bien. Hoy, habéis hecho un alto en el camino, un ejercicio de conciencia individual. Habéis apostado a perdedor y eso no es fácil. Lo fácil, no nos engañemos, habría sido permanecer en el patio mecidos por el rumor de las conversaciones que ya empiezan a saber del verano, del mar.

El mar, literariamente símbolo del principio y final de la vida. El griego clásico cuenta con diferentes vocablos para referirse al mar. Uno de ellos, ‘pontos’, procede a su vez del indoeuropeo y viene a significar “camino”. El mar, así pues, es el camino de la vida.

Son muchos los libros que encierran en sus páginas el aroma salobre del mar y las enseñanzas del camino como viaje iniciático hacia nosotros mismos. Se me ocurre que, en este sentido, la Odisea de Ulises puede ser un buen ejemplo para afrontar el viaje emocionante de la vida: la entrega sin concesiones a la difícil tarea de cumplir con las exigencias del viaje y tapar a veces con cera nuestros oídos y atarnos al mástil de nuestra conciencia para no dejernos seducir por los engañosos cantos de sirena que nos conducen a la escollera, al inevitable naufragio. Ítaca nos aguarda y la literatura puede ser un buen espejo donde mirarnos, donde reconocernos.

La poesía de José Luis López Bretones, al que le damos las gracias por compartir con nosotros sus versos, es de una calidad indudable. Se trata de una poesía que está impregnada por el mar, por el paso inexorable del tiempo, por la luz desmitificadora de los grandes ideales, por una concepción del mundo que entronca con el individualismo del ideal romántico: el hombre romántico, solo e incomprendido, que se rebela frente a una naturaleza alborotada. Sólo que ahora, el poeta acepta su derrota, acude al mar sin esperanza en el futuro:

“Mañana no llegará nunca”.

Ya que estamos obligados a caminar por la penumbra, como afirma José Luis en otro de sus versos: Viajamos a tientas”; es conveniente que no tropecemos con la luz  de mayo en la salida, para que cuando los rigores del curso que está a punto de finalizar sean un eco ya muy lejano y la sal dibuje caprichosamente sobre nuestro cuerpo el tatuaje de la felicidad, frente al mar sereno podamos contemplar, aunque solo sea un deseo, expresado hoy, el mañana.

Y era nuevamente rojiza la mañana,
 y el mediodía era un azul del tamaño del cielo derramado.

Gracias, de nuevo, José Luis, por compartir tus versos hoy con nosotros.