lunes, 26 de abril de 2010

Fotos de la X Aula de Poesía: Antonio Jiménez Millán- 20 de abril de 2010.

Olula del Río, 20 de abril de 2010. X Aula de Poesía del I.E.S. Rosa Navarro. Fotos de la lectura de poemas de Antonio Jiménez Millán en el Espacio Escénico.

























domingo, 25 de abril de 2010

PRÓLOGO DE LUIS GARCÍA MONTERO: LA COMPAÑÍA PENSATIVA - CUADERNILLO Nº 4: El pasajero de Antonio Jiménez Millán - 20 de abril de 2010.

LA COMPAÑÍA PENSATIVA.

Luis García Montero
La poesía tiene por fortuna sus misterios y sus paradojas. Por eso el taller literario es un laboratorio en el que los cálculos y los trabajos se mezclan con las sorpresas de la verdad. La buena poesía es siempre verosímil en su artificio, pero si hay conocimiento personal por medio nos debe también resultar verdadera. Cuando uno escribe, es consciente de que su trabajo tiene poco que ver con el desahogo sentimental y que es obligado transformar la voz biográfica en un personaje literario. Pero cuando leemos a un amigo necesitamos encontrarlo en sus palabras, un sentimiento que nos demuestra cómo la vida se filtra, se agazapa, resistes, en los entresijos de los procedimientos literarios.
Creo muy difícil separar vida y poesía, letra y recuerdos, cuando el autor es un buen amigo. Después de haber oído recitar con frecuencia a Rafael Alberti, Jaime Gil de Biedma o Ángel González, resulta casi imposible leer sus poemas sin que se imponga en la memoria su música, su modo de hablar o de decir los versos. Después de haber oído recitar a Antonio Jiménez Millán, después de haber viajado con él y de haber compartido muchas horas de nuestra vida, siento que su poesía no sólo es verosímil por su calidad, sino que también es verdadera por su honradez.
Desde que leí en 1977 Último recurso, su primer libro, hasta los poemas de su próximo libro, algunos de los cuales se han adelantado en revistas y cuadernos, la poesía de Antonio hace del pensamiento una forma de música personal, o hace de la música de sus poemas un modo de pensamiento. En pocas ocasiones he visto una palabra que se tome más en serio que la poesía es conocimiento, indagación personal, diálogo inteligente con el paso del tiempo y con los recuerdos, ejercicio de lucidez a la hora de definir nuestra educación sentimental y las relaciones del individuo con la realidad. Más que la expresión de una verdad inmaculada, sus versos se preocupan por evidenciar cómo se forma una verdad, qué decimos al utilizar la primera persona del verbo, por qué el tejido de lo elaborado y lo artificial es el único espacio en el que puede existir la verdad. Esa es la lección de nuestros orígenes y nuestro destino.
Recuerdo muchos días de fútbol en el viejo estadio de Los Cármenes en Granada. En medio de los gritos, a veces de mis exagerados gritos, la compañía discreta de Antonio no restaba un grado a la pasión, pero le otorgaba una forma pensativa de dignidad. Recuerdo muchos viajes compartidos. Sobre todos, quizá el más significativo es el que hicimos en 1984 a Buenos Aires. Digo que es el más significativo porque Antonio ha escrito dos poemas centrados en este viaje, y la literatura da sentido a las cosas. En “El otro laberinto (J. L. B.)” recuerda la visita que hicimos a casa de nuestro admirado Borges, su amabilidad, sus evocaciones de España y el miedo que sentíamos ante alguna opinión política impertinente. En “Invierno austral” se estremece ante el olvido de una sociedad que prefiere quedarse en blanco, mirar hacia otro lado, desamparar a las víctimas para no verse obligada a reconocer el rostro de los verdugos.
Ese olvido, que vivimos juntos en el Buenos Aires de 1984, nos persigue también en la España de 2010. Antonio lo siente, acusa su gravedad, pero su indignación no se convierte en grito, sino en resistencia, en compañía pensativa.
La poesía de Antonio Jiménez Millán ha elaborado una música propia, una verdad de resistente. Los decorados claros, las anécdotas precisas (una biblioteca, una casa abandonada o invadida, una reunión clandestina, un juego, una ciudad), se llenan de poesía, porque se llenan de meditación y de sentimiento, es decir, de la emoción que surge al meditar sobre la raíz de los sentimientos. El lenguaje preciso, la palabra precisa, la verdad precisa, no como mito, sino como la historia de una realidad. Somos el inventario de un desorden.

Luis García Montero.

jueves, 22 de abril de 2010

X AULA DE POESÍA: Presentación de Antonio Jiménez Millán (por Belén González Cotilla). OLULA DEL RÍO, 20/04/2010.



X AULA DE POESÍA OLULA

PRESENTACIÓN DE ANTONIO JIMÉNEZ MILLÁN
Por Ana Belén González Cotilla

 de comenzar me gustaría agradecerle a Don Antonio Jiménez Millán, en nombre del Centro el que esté hoy aquí protagonizando el 10° Encuentro del "Aula de Poesía". También me gustaría dar las gracias a mi jefe de Departamento, Juan Javier Ortigosa, porque me ha permitido realizar esta presentación del que fue mi profesor en la Universidad de Málaga.

Tengo que confesar que mi afición a la poesía es bastante tardía, aun habiendo estudiado Filología Hispánica. No sé por qué la poesía producía en mí una especie de rechazo innato. No lograba entender cómo un poeta podía sugerir tanto en tan pocos versos y además, siguiendo una forma métrica perfecta.

Recuerdo cómo mis profesores de Literatura de una simple descripción, por ejemplo, del paisaje castellano en la obra de Machado, deducían innumerables temas y motivos que para mí, en esos momentos, "se los sacaban de la manga". ¿Por qué sabían todo eso si el poema simplemente describía un olmo seco a orillas del Duero?

Sin embargo, con los años, la experiencia y el estudio de las Letras, te das cuenta de que poco a poco vas adquiriendo una capacidad para deducir los misterios de la poesía. No obstante, mi experiencia personal me dice que es necesario tener al lado un buen maestro para que sepa guiarte por ese inexplicable mundo.

Antonio Jiménez Millán, poeta granadino, afincado en Málaga es Catedrático de Literatura Románica en la Universidad de Málaga. Concretamente, yo estuve presente en sus clases de Poesía Europea Contemporánea. Era en mi último año de carrera, cuando un gran amigo me convenció de que debía matricularme porque era una de las asignaturas donde más había aprendido. Al principio no me lo creía, pensaba que iba a ser un rollo, un tocho de fotocopias con unos 100 poemas, algunos en inglés y/o francés, y para colmo, las clases eran a las 3 de la tarde. En fin, como he dicho antes me convencieron y siempre le tendré que agradecer a ese amigo el que me haya animado, porque como decía al principio: la poesía es algo que te descubre un mundo maravilloso si hay alguien que te sepa guiar por él, y desde luego, Jiménez Millán supo hacemos ver los entresijos de este género.

Desde siempre la poesía ha sido considerada un discurso minoritario y aún me acuerdo cuando en clase, explicando la poesía romántica francesa, Don Antonio nos comentó que Paul Valéry en el prólogo de su obra El cementerio Marino, defendía la poesía pura, "a él no le importaba perder tantos lectores como fuera necesario si para ello la poesía llevaba a cabo esa labor de depuración". Por otro lado, otro grande de las letras hispánicas, Juan Ramón Jiménez, se atrevía incluso a separar, por un lado la Literatura y por otro, la Poesía.

Probablemente, la poesía nos parezca algo tan sublime que solo está al alcance de unos pocos. ¿Nos os habéis preguntado alguna vez cómo llega un escritor a escribir poesía. O si será verdad eso de que necesitan que les llegue la inspiración o tener una musa para poder escribir? Espero que hoy teniendo a un poeta a mi lado pueda resolverme esta duda.

Antonio Jiménez Millán, es un poeta de los pertenecientes a la llamada "Poesía de la experiencia", es decir, una poesía urbana que no se entiende fuera de la ciudad porque es capaz de aglutinar situaciones personales y colectivas, donde nunca hay un refugio para lo privado sino, por el contrario, una conexión con lo público. Desde este punto de vista, se puede relacionar a Jiménez Millán con ciertos cantautores actuales (si me permite la comparación).

Ha escrito numerosas obras como por ejemplo: Ventanas sobre el bosque, Casa invadida. También ha realizado numerosas ediciones críticas sobre autores de la Generación del 27. Coordinó estudios monográficos en la Revista Litoral, algunos de ellos en colaboración con Luís García Montero y Álvaro Salvador.

Una de las últimas obras publicadas por este poeta es Inventario del desorden, con el que recibió el Premio Internacional de Poesía "Ciudad de Melilla". El título de este poemario invita a ordenar lo desordenado, es decir, a poner un orden lógico y racional a la historia del pasado cuando éste se ve impregnado de la perspectiva del presente.

Quizás, no sólo en la temática se puede apreciar esto sino también en la estructura del poemario, que comienza con el poema Dominio de la herrumbre, donde mantiene un diálogo con la figura de su padre, recordando cómo los ideales patrióticos que vivió su padre acabaron en una estricta moral de flores muertas y los compara con la descomposición de sus propias ilusiones. El poemario termina con el poema Desde una biblioteca antigua, en el que recrea una visión nostálgica de su niñez, cuando su madre era bibliotecaria de la Universidad de Granada.

Si observamos, el tiempo es el eje fundamental en Inventario del desorden. Como bien señala en El Pasajero, el tiempo, ese pasajero invisible de todos los viajes, es visto desde diferentes perspectivas, ya que en la niñez el tiempo transcurre lentamente ("cruzan lentos los trenes bajo el sol de mediodía de agosto") y sin embargo, en la edad adulta, el tiempo adquiere otras dimensiones, permitiéndonos hacer una retrospectiva sobre nuestra infancia donde los recuerdos del pasado están carentes del factor tiempo ("el tiempo es aquí una vía muerta"). Esto es, cuando volvemos al pasado, este ya no es lo que era, no es lo que nuestra retina ha mantenido vivo en nuestra memoria, por ello, al observar la realidad presente se rompen muchas de nuestras viejas ilusiones pasadas. Nos sentimos extranjeros en la ciudad que nos vio crecer ("alguien recoge su equipaje y sabe que no van a reconocerle").

Para finalizar esta presentación me gustaría leer un poema sobre un lugar emblemático de la ciudad de Málaga: El Balneario del Carmen.




El balneario


Unas mesas vacías junto al mar.
Casi de madrugada, leímos unos versos:
Konstantin Kavafis escribió ese poema
en el que un viejo, desde el fondo oscuro de un café,
se arrepiente de haber malgastado su vida
con la excusa del futuro. El placer
llegaría, se dijo; tienes tiempo
de cumplir tus deseos.
No fue así,
y la edad se burló de su prudencia.

Un resto de sensualidad,
una mirada antigua permanece
en el paisaje de columnas rotas
del balneario: quiero que recuerdes
la luna llena sobre el mar en calma,
esta música leve que atraviesa la noche
y la vuelve distinta, despoblada
como un sueño. Y quiero decirte,
ahora que tu cuerpo es mi única patria,
mi solar deseado y mi presente,
que no he de lamentar ocasiones perdidas.
Sólo busco tus labios.

Algún día,
cuando vuelvan a oírse los versos de Kavafis,
tal vez otros amantes nos sucedan,
sin sabernos. También ellos verán,
como un símbolo, esta frágil,
desolada grandeza de las ruinas humildes.




Olula del Río, 20 de abril de 2010.