jueves, 21 de abril de 2011

ILUSTRACIONES DE JUAN MIGUEL GALERA.

El cuadernillo de Poesía nº 5, Las artimañas del tiempo del poeta Álvaro salvador, cuenta entre sus páginas con dos ilustraciones del JUAN MIGUEL GALERA, estudiante de 2º de Bellas Artes y antiguo alumno del IES Rosa Navarro.

Ilustración nº 1.

Ilustración nº 2.

martes, 19 de abril de 2011

Fotos de la XI Aula de Poesía: Álvaro Salvador- 14 de abril de 2011.


Olula del Río, 14 de abril de 2011. XI Aula de Poesía del I.E.S. Rosa Navarro. Fotos de la lectura de poemas de ÁLVARO SALVADOR en el Gimnasio del Instituto.





















lunes, 18 de abril de 2011

PRÓLOGO DE JUAN JOSÉ LANZ - CUADERNILLO Nº 5: Las artimañas del tiempo de Álvaro Salvador - 14 de abril de 2011.

Juan José Lanz
Impulsor a comienzos de los años ochenta, junto con Luis García Montero y Javier Egea, de la “otra sentimentalidad”, Álvaro Salvador (Granada, 1950) ha permanecido fiel a muchos de los principios estéticos de la que ha sido una de las tendencias dominantes en la poesía de las últimas décadas. La conciencia crítica de que la sentimentalidad, y la concepción del individuo que se deriva de ella, es consecuencia de unas determinadas condiciones históricas y sociales, conlleva a su representación y análisis en el poema, siguiendo en cierto modo los planteamientos brechtianos, para situar ante el lector un espectáculo, el de la construcción de esa individualidad, de un personaje poético, que ha de analizar y ante el que se le exige una actitud crítica, que redunda en un proceso de desvelamiento de algunos aspectos naturalizados en nuestra construcción del mundo. En este sentido, La condición del personaje (1995) incidía claramente en este aspecto de construcción de la subjetividad, que en cierto modo continuaba, acentuando el carácter temporal, Ahora, todavía (2001). La canción del Outsider (2009) redunda en ese aspecto, pero desde una nueva perspectiva, la que otorga precisamente esa condición de outsider, de marginalidad, de estar “discretamente oculto, entre bambalinas” detrás de algunas iniciativas que cambiaron la vida de los que te rodeaban”, de ser “uno de los millones de brazos que […] alguna vez fuimos capaces de cambiar el mundo” (“La canción del Outsider”); condición que viene en este caso circunstancialmente determinada por una estancia norteamericana. La extrañeza ante el paisaje circundante va a llevar progresivamente al análisis y la crítica de una melancolía y una nostalgia, resultantes de una construcción de la memoria subjetiva, que no pueden sino ser cuestionadas por una conciencia histórica que busca su solidaridad con los otros (“ve al encuentro del humano sentir, / al roce del lugar civil y hospitalario”), a la visión crítica de los “trenes de la historia”, a la concepción de la muerte cercana (la del hermano evocado en “El muelle de Matthews Beach” y en “El dios de los peces”) inserta en el devenir de la historia de los “demasiados muertos”, etc. No falta en ello una dicción coloquial, narrativa muchas veces e incluso próxima a la explotación poética del prosaísmo, que apunta implícitamente a la construcción simbólica de las acciones cotidianas representadas en los poemas. La mirada poética se proyecta así en una doble distancia, la de la intimidad creada y la de su representación, que acentúa la dimensión crítica de un tono irónico muchas veces, sarcástico otras, que se combina con una actitud meditativa próxima al discurso cernudiano (“Nocturno de Nueva Inglaterra”) o con una dicción cercana a las fórmulas sonambúlicas (“Estación de servicios”), sin perder la actitud crítica ante la sociedad y la historia (“En la bodega”, “La balada de Sam Murao”, etc.). El libro se va componiendo como una especie de voz coral que adopta diversos moldes estilísticos que la conforman, desde el haikú, al largo poema meditativo, pasando por el epigrama, la balada, la letanía o la recreación del erotismo desde una perspectiva combinada del modernismo finisecular con la lírica amatoria del medio siglo. Son esos diversos tonos los que forman esa coralidad de la “canción” de un personaje que se compone en los márgenes de la Historia, pero también de la historia que (lo) relata; de un personaje, como el outsider, que está a la vez dentro y fuera del discurso que lo escribe, en que se inscribe. Es esa misma conciencia de construcción de la subjetividad, escenificada en la representación de la construcción y análisis de la sentimentalidad en el espacio del poema, la que se proyecta sobre el discurso de la Historia, que no aparece así como un relato concluso y dado, sino como una realidad en construcción y por lo tanto practicable.

Juan José Lanz.

CUADERNILLO OLULA DE POESÍA Nº 5: ÁLVARO SALVADOR: Las artimañas del tiempo.